Verano, que te he querido tanto. ¿Verano, dónde estás? NO TE VAYAS. Marzo y se siente que entramos al triste otoño. Esa cosa gris, húmeda, lluviosa, que sólo es el presagio del invierno. A huir se ha dicho, si se puede, se debe. Adoro el calor, el verano, aunque este año en Buenos Aires ha sido demasiado. Ojalá que tengamos un invierno suave, soportable. Este marzo está complicado, el miedo a ser un paraíso narco. Pudren la juventud, que ya toma y fuma hasta volcar y ahora consumo y producción, junto con una educación más que dudosa, termina por destruir con casi todo lo que debería venir. Se van a necesitar décadas para poder volver a construir en salud. Eso que se dice por ahí, que la Argentina tiene pronóstico de crecimiento sustentable a partir del 2030, un poco mucho para todos. Hoy por hoy y gracias a las medidas del Banco Central, el dólar estaría controlado, pero la inflación se escapó por la ventana. La crisis argentina le compite a Messi en la exposición en los medios de comunicación mundiales. La revista The Economist saca a la crisis argentina en su tapa, pero ya no describiendo la crisis actual, sino los 100 años de declinación: “El país se ubicó entre los diez más ricos del mundo, después de Australia, Gran Bretaña y Estados Unidos, pero por delante de Francia, Alemania e Italia. Su ingreso per cápita fue del 92% de la media de los 16 países más ricos”, recuerda el artículo que destaca la caída del último siglo. “Su renta per cápita es ahora del 43% de esos mismos 16 países ricos”, señala. Los desequilibrios y las inconsistencias son tan grandes que son muy difíciles de superar sin un shock fuerte y agresivo. Y esta vez, el desafío no será cómo recuperarnos. Eso ya lo hicimos en muchas ocasiones. Esta vez el desafío será cómo dejar la montaña rusa.
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